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La Proclamación
El 14 de abril de 1931 la primavera acababa de llegar a toda España y con ella la proclamación de la II República Española, que produjo una explosión de alegría, ilusión y esperanza, dando comienzo a una nueva época.
Tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 que dieron como resultado la victoria mayoritaria de los partidos republicanos en los municipios con mayor número de habitantes en España, en concreto en 45 capitales de provincia, provoca una oleada de sentimiento republicano en todo el país.
Los acontecimientos que desembocan en el cambio de régimen, vienen motivados por la situación vivida en el país con anterioridad. La separación de la corona con las inquietudes del pueblo durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera son palpables, el general dimite en enero de 1930 y el rey Alfonso XIII intenta devolver al país a un régimen constitucional y parlamentario. El primer paso fueron la celebración de las elecciones municipales y posteriormente estaba previsto la realización de elecciones a Corte que tendrían carácter de constituyentes.
En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. Los principales centros urbanos representaban la derrota de la monarquía porque en esos núcleos el voto estaba menos adulterado, la presencia de caciques, partidarios en su inmensa mayoría de la monarquía, era menor que la presión que ejercían en las poblaciones con menor número de habitantes. Esto remarcaba la situación de que la corona estaba completamente desacreditada, puesto que se había relacionado demasiado con el régimen dictatorial de Primo de Ribera.
A las diez y media de la mañana del lunes 13 de abril el presidente Aznar entraba en el Palacio de Oriente de Madrid para celebrar el Consejo de Ministros. Preguntado por los periodistas sobre si habría crisis de gobierno, el almirante Aznar contestó:
¿Que si habrá crisis? ¿Qué mas crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?
El gobierno debate la posibilidad de constituir un gobierno de fuerza para no acatar la voluntad popular, pero ante la falta de apoyos de las capitanías generales e incluso del ministro de la guerra, el general Dámaso Berenguer, les aconseja seguir el curso que les imponga la suprema voluntad nacional, finalmente deciden no enfrentarse a la decisión del pueblo.
Incluso el general Sanjurjo, que en el momento de la proclamación era el director de la Guardia Civil, decide apoyar al futuro nuevo gobierno republicano. Posteriormente protagonizaría un intento de golpe de estado en 1932 y perdería la vida en un accidente de avión en julio de 1936 cuando pretendía sumarse al golpe de estado del 18 de julio del mismo año.
El rey decide salir camino del exilio la noche del 14 de abril y el 16 se hace público el siguiente manifiesto, redactado en nombre del rey por el duque de Maura:
Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.
La proclamación no se produce hasta dos días después de las elecciones y de una forma contenida al principio y con todo su esplendor al final. No debemos olvidar que los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández fueron ejecutados el domingo 14 de diciembre de 1930 por haber protagonizado la sublevación de Jaca del 12 de diciembre del mismo año, que pretendía instaurar la República en España.
Las tres primeras ciudades que proclaman la República son Éibar (Guipúzcoa), Sahagún (León) y Jaca (Huesca). Por este motivo el Gobierno de la II República Española les concedería el título de Ilustrísimas Ciudades. Éibar fue la primera de todas las ciudad en la que se izó la bandera tricolor, el 14 de abril, sobre las seis y media de la mañana y posteriormente le siguieron las principales capitales españolas, incluyendo Valencia, Barcelona y Madrid, en la que se izo la bandera tricolor sobre las cuatro de la tarde en el Palacio de comunicaciones, siendo la primera de las banderas que se izaron en Madrid ese día.
La II Republica española protagonizo un momento en la historia de España que duró escasos cinco años en el que se consiguieron reformas de gran alcance, la obtención de derechos y libertades nunca antes conseguidas.