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Ubicadas en la Calle Cuchilleros, 6. Se funda en 1867 y lleva el nombre del pueblo aragonés de los fundadores. Dentro de un local pequeño, donde solo se puede permanecer de pie, podemos saborear un fantástico vermú o un chato de vino, entre el olor que despiden sus tinajas de vino. Para comer, podemos encontrar las típicas conservas de mejillones, berberechos, anchoas. La estrella de la casa son los callos a la madrileña, sin obviar la cecina de León ni el canapé de bacalao con aceite. Durante la última guerra civil, la cueva, en la que se albergaban grandes tinajas de vino, era usada por los vecinos de la zona como refugio antibombas.
Como ya dije, el vermouth es excelente, antes lo vendían a granel y los vecinos de la zona se lo llevaban a casa. Auténtico vermouth de grifo Izaguirre.
El local mantiene una estética muy cuidada de azulejos, pilares de hierro forjado y carpintería en madera de un color verde rana bastante llamativo. Todo ello en un espacio de no más de unos 30 m2 con las paredes repletas de botellas, botas de vino y fotografías añejas de la ciudad. Está regentado por la familia Lage.
El lugar es una auténtica tasca de las que conservan toda su esencia, hasta el paso por debajo de la barra para poder ir al baño, doblando el espinazo, que se convierte en toda una aventura según se van consumiendo botellines.
El servicio es atento y ágil y eso hace que, pese a encontrarse en una de las zonas más turísticas de la capital, esté siempre lleno de fieles parroquianos y algún que otro afortunado turista.
Si quieres saber más sobre tabernas centenarias, puedes hacer con nosotros la visita guiada de Madrid Tabernario