El dolmen de los Tres Reyes

El dolmen dels tres Reis o Dolmen de los tres Reyes, es un sepulcro megalítico situado en la Sierra de Rubió, en la comarca de la Anoia de la provincia de Barcelona.

Está ubicado próximo a la carretera que lleva a Prats del Rei, esta vía es una ruta de trashumancia utilizada desde la prehistoria. El Dolmen esta en el punto más alto de la sierra.

Fue excavado en el año 1964, por un equipo vinculado al Museo Arqueológico de Barcelona, dirigido por R. Batista Noguera. La excavación sirvió para constatar que el dolmen fue utilizado durante las últimas etapas de la cultura megalítica, alrededor del 1200 a.C.

El dolmen está formado por una cámara sepulcral con grandes losas de piedra local.  La cámara tiene forma cuadrada, está formado por cinco losas, una en la cabecera, una en el lado izquierdo, dos en el lado derecho, y una de cierre más pequeña. Tenía en su origen una gran losa que lo cubría pero no se conserva en la actualidad.

Alrededor de la cámara había un tumulto circular que actualmente está muy erosionado, este estaba formado por tierra y piedra y tiene un diámetro máximo de 8,20 m.

Cuando se hizo la excavación, el sepulcro ya había sido saqueado, por esta razón no pudo concretarse el número exacto de individuos enterrados. Se cree casi con toda seguridad que el enterramiento era múltiple. Durante las labores de excavación se encontraron cuatro dientes y tres muelas de adulto. Además de varios recipientes cerámicos y un punzón que eran entregadas como ofrendas funerarias.

Desde tiempos antiguos el dolmen ha servido como punto para delimitar los municipios de los Prets del Rei y Rubió, y posiblemente tiempo atrás limitaba el termino del Castillo de Maçana y de estos tres términos puede provenir el topónimo de Tres Reyes.

El sistema de construcción de los dólmenes era complejo y laborioso, una hipótesis bastante acertada considera que para colocar las losas de las paredes de la cámara verticalmente, era necesario construir una rampa de tierra acabada en vertical, posiblemente se arrastraba la losa tirando con cuerdas hasta el final de la rampa, una vez allí la hacían balancear hasta hacerla caer dentro de un foso que haría las veces de cimiento y así quedaría en esa posición vertical. Finalmente colocarían la losa que haría de tapa. Arrastrándola por la misma rampa y depositándola sobre las losas verticales que actuaban de paredes.

Bibliografía, Créditos y menciones