Palacio del marqués de Legarda

El palacio de los marqueses de Legarda se encuentra a las afueras del pueblo, y situado junto a una gigantesca encina milenaria. El palacio es de propiedad privada y hay una señal que indica que está prohibido el paso. Sin embargo hay un camino que asciende hasta la encina y que es público, pudiendo llegar hasta la encina y situarse a escasos metros del palacio.

Es un sobrio palacio edificado en el año 1623, con una torre y patio cuadrado. La torre en la esquina tiene cegados los vanos, el acceso al palacio se produce por una puerta cuyo dintel tiene despiece radial de dovelas almohadilladas, y sobre la puerta hay un balcón con el escudo nobiliario. La puerta sólo se emplea para las molduras de puerta, ventanas y líneas de impostas, mientras el resto es de aparejo toledano combinando ladrillo y canto rodado.

Al lado del palacio se encuentra la encina milenaria, que ya figura como un árbol centenario de grandes dimensiones en los planos de construcción del edificio. Está catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid, y tiene 28 metros de diámetro de copa, el perímetro de la base es de unos 4 metros y medio y una altura de casi 20 metros. Aunque se la llama encina milenaria, probablemente tenga unos 700 años.

Sobre este conjunto existen numerosas leyendas, una de las cuales cuenta que en el palacio vivía una bella y joven princesa cautiva, que esperando que viniera un caballero a rescatarla, dejo caer sus lágrimas sobre una bellota, brotando la encina que hoy conocemos. También dice que tras ser abandonada por su amado, le esperaba todos los días junto a la encina y probaba una bellota. Si era dulce, significaba que volvería, y si era amarga que no. Basándose en esa leyenda, aún hoy día algunos novios, después de la boda, se acercan al árbol para probar una bellota con la esperanza de que sea dulce.

Bibliografía, Créditos y menciones