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Originalmente se llamó San Nicolás de Bari, pero al añadirse su advocación a la de la cercana parroquia de San Salvador en 1805, cayó en el olvido y el edificio quedó en estado de abandono. Durante la ocupación francesa de Madrid fue almacén militar y cuartel. En 1825, la Orden Tercera de los Servitas, la recuperó para el culto, y logró reformarla después del derribo de San Salvador en 1842. Desde el año 1891 se trasladó la advocación de El Salvador a la que había sido iglesia del hospital de Antón Martín en la calle Atocha, que hoy se llama parroquia de El Salvador y San Nicolás. La vieja San Nicolás de Bari se conoce actualmente como San Nicolás de los Servitas.
San Nicolás de los Servitas es posiblemente la iglesia más antigua de todo Madrid, cuyo origen hay que buscarlo en el siglo XII. Y lo es desde el derribo en 1868 de la iglesia medieval de Santa María la Real de la Almudena, construida sobre la antigua mezquita aljama de Mayrit.
Es monumento nacional desde 1931. Su cercanía al viejo recinto musulmán ha hecho pensar a más de uno que la torre mudéjar de ladrillo, rematada por un chapitel herreriano de pizarra (característico de Madrid), fuese el antiguo minarete de alguna primitiva mezquita, pero no hay nada que demuestre tal afirmación.
La albañilería y decoración mudéjar del interior de este antiguo templo es la única muestra de este estilo en el interior de los edificios de Madrid. A la derecha del presbiterio se conservan yeserías también de estilo mudéjar, y la puerta de acceso a esta dependencia está decorada con yeserías del denominado estilo Cisneros. Los viejos arcos de herradura y las armaduras mudéjares interiores, pueden admirarse junto a los nervios de sabor gótico construidos a finales del siglo XV y que ocupan la cabecera de la iglesia. Precisamente durante el siglo XV adquirió gran importancia, puesto que era el lugar de reunión del cabildo de clérigos de la villa de Madrid.
El retablo mayor es obra de Juan de Herrera. El impresionante artesonado de la nave central fue ejecutado en madera. En las capillas podemos admirar pinturas y tallas de Salvatierra, Pedro de Mena y Nicolás de Busi. El campanario, posterior a la fecha de la fundación del templo, es de estilo toscano.
La torre mudéjar está formada por tres cuerpos cúbicos, cada uno de los cuales presenta 12 arquerías, de diferente diseño en cada tramo. El primer tramo se apreciar desde el interior de la iglesia, y está decorado por arcos ciegos de tres lóbulos. El segundo presenta arcos de cinco lóbulos separados por finas columnas de mármol y el último presenta simples arcos de herradura apoyados en columnitas.
La fachada del siglo XVII está rematada por una portada barroca del siglo XVIII, obra de Luis Salvador Carmona, con jambas y dinteles ejecutados en noble piedra de granito, procedente de las canteras de El Molar o de Torrelaguna, y con una imagen superior en relieve del santo patrono de la iglesia.
San Nicolás de los Servitas es nombrada ya en el Fuero de Madrid de 1202, por lo que entra dentro de la categoría de una de las más antiguas de Madrid y que ha sobrevivido a los avatares de la Historia. Una muy cercana, San Juan Bautista no ha logrado subsistir, y eso que según las crónicas de la época, allí fue donde enterraron a Diego Velázquez, el afamado pintor de la Corte del jaranero Felipe IV.
En San Nicolás de los Servitas fue enterrado Juan de Herrera, el arquitecto predilecto del rey Felipe II, para quien diseñó el palacio-monasterio de El Escorial y dirigió sus obras de construcción. Los restos de Herrera fueron posteriormente trasladados a su tierra natal en Santander.