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La Villa romana de Bruñel aparece como claro exponente del paso de los romanos por las tierras del Valle del Guadalquivir hacia el siglo II a.n.e., debido al buen clima y fertilidad de estas tierras. Así, la villa se concibe como una casa residencial, próxima a un riachuelo para cubrir las necesidades domésticas y de cultivo; cuenta con tres fases de construcción en los siglos II, III y IV, estando cubierta con suelo de rico mosaico en sus diversas dependencias. Esta villa fue destruida por el fuego, en cuanto a la fecha, unos opinan que quedó destruida en el siglo V y otros retrasan su destrucción hasta el siglo VIII. Dista de Quesada unos siete kilómetros, tomando la carretera Quesada-Cazorla.
La más importante arteria comercial de la Hispania romana fue la Vía Augusta, que enlazaba Roma con Cádiz. Constituía una prolongación de la Vía Hercúlea, por Tarragona, Sagunto y Játiva hasta Cartagena. El Emperador Augusto la continuó por Lorca, Baza y Guadix hasta el nudo de Cazlona y desde allí por Córdoba y Sevilla hasta Cádiz.
La calzada romana discurría por nuestras tierras y provenía de Cástulo (Linares) pasando por Túgia (Toya) para llegar a Acci (Guadix) y Bastí (Baza). Aparte de otros yacimientos íbero-romanos de menor importancia de nuestra comarca (Lacra-Lacuria, el Allozar, y Hornos); la villa romana de Bruñel, está situada a 7 km. de Quesada en dirección Cazorla, sobre un cerro de 640 mts. de altitud. Por un camino que sigue el curso del arroyo Bruñel, aguas abajo, a unos 300 mts. de la carretera, se accede al cortijo denominado "Plaza de Armas" del pago de Bruñel, hoy propiedad del Estado, donde se ubicó esta villa.
El yacimiento fue descubierto casualmente mientras se desarrollaban en estos terrenos laborales de labranza. Fue excavado entre los años 1965-1971, bajo la dirección de R. del Nido, A. Arribas, M. Rin, J.M. Pita, P. Palol, J.G. Navarrete y M. Sotomayor. En 1971 y en 1986 se llevaron a cabo labores de consolidación, restauración de mosaicos y estructuras arquitectónicas, cercándose la zona en 1972.
Así mismo, a finales de los noventa se han vuelto a restaurar en Granada la totalidad de los mosaicos, y se han consolidado en su lugar de origen.
Sobre un asentamiento íbero, atestiguado por una necrópolis y restos de cerámica de esta cultura, aparecen superpuestos tres niveles de la época romana, en un área de excavación de 12.000 metros cuadrados.
Del primer nivel, el más desconocido por falta de estudio y excavación, aparecen visibles restos de contrafuertes de una gran cisterna, y parte de un edificio de planta cruciforme. Puede datarse este primer asentamiento en el siglo II.
El segundo asentamiento, datado en el siglo III, conserva buena parte de un peristilo y bastantes habitaciones pavimentadas casi en su totalidad, con mosaicos polícromos que representan figuras humanas y animales, enmarcados por cenefas de tipo geométrico. Se han sacado a la luz catorce de estos mosaicos, pasando uno de ellos al Museo Arqueológico de Jaén. En algunos de estos muros quedaban estucos polícromos de buena calidad, hoy desaparecidos por las inclemencias del tiempo y la acción de los desaprensivos.
La villa del siglo III fue parcialmente destruida en el siglo IV para llevar a cabo una profunda remodelación y ampliación del conjunto. A esta tercera fase pertenece la mayor parte de la zona excavada. Este último asentamiento fue concebido como un gran cortijo dedicado a la explotación agropecuaria. Esto explicaría la existencia de un gran patio-corral central y amplias estancias sin pavimentar que podían estar destinadas a almacenes o cuadras, habiéndose encontrado en ellas gran cantidad de aperos de labranza. Aparece también una zona reservada (villa urbana) morada de los dueños, que habitaban parte de la zona no remodelada del siglo III.
La villa fue destruida en su conjunto por un incendio en el siglo V.
Algunas personas han querido ver en las ruinas una basílica paleocristiana, basándose en la existencia de habitaciones de grandes dimensiones, con doble ábside, pero la ausencia de pavimento (tierra apisonada), enterramientos y ajuares de culto, con la presencia de aperos de labranza y cencerros, denota claramente su uso para actividades agropecuarias, haciendo inverosímil dicha teoría. En esta línea, llamar la atención sobre la fecha de construcción del aparejo, segunda mitad del siglo IV, cuando la tradicional cronología para este tipo de basílicas de doble ábside se inicia en África a comienzos del siglo VI.
Dada a conocer por los vecinos de la localidad, comenzó a ser investigada arqueológicamente en 1965, habiéndose realizado un total de ocho campañas de excavación que finalizaron 1971. Por otra parte en 1986 se llevaron a cabo los trabajos de consolidación y limpieza de las estructuras emergente, mientras que los mosaicos han sido restaurados en 1971 y 1988. Finalizando con el proceso de protección del bien, es declarada Bien de Interés Cultural en el año 2004.
Secuencia crono cultural
Tres son las fases de la villa, correspondientes a los siglos II, III y IV d.C.
La primera, data del siglo II gracias a la aparición de Lucerna, se sitúa en la zona más occidental del conjunto y está formado por un edificio cruciforme irregular al que se asocian unos contrafuertes, una cisterna y el arco de una estructura circular. Todos ellos representan muros muy consistentes construidos con opus caementicium y con huellas de encofrado. Aparecen estucos con decoración de grandes espejos bermellones, azul oscuro o verde, separados entre sí por bandas oscuras y columnas.
La segunda fase datada con toda probabilidad en el siglo III por la tipología de sus mosaicos, se trata de una gran villa bien conservada y en la que destaca el atrium con impluvium y el peristilo en torno al cual se distribuyen la mayor parte de las habitaciones. Los pavimentos son de opus signinum o con mosaicos, siendo la composición de estos últimos generalmente geométrica, a veces con bandas esvásticas o trenzas de diferentes cabos o bien combinaciones de las anteriores con medallones que encierran figuras humanas. Destacan los mosaicos de los dormitorios en el ala este del peristilo por su doble composición geométrica con aves en las esquinas, donde se ubica el lecho y geométrica combinada con la figurativa para ser contemplada desde el anterior. La mayor parte de las habitaciones conservan restos de estuco con diferentes decoraciones.
La tercera fase cronológicamente enmarcad en el siglo IV gracias a la aparición de terra sigillata clara tipo D, se trata de una villa con menos pretensiones que la anterior, concebida para el desarrollo de las actividades agropecuarias. Viene marcada por dos grandes edificios, uno rectangular con ábsides marcados en sus dos lados menores y otro un gran patio al que se abren diferentes habitaciones y que conecta por medio de dos pasillos con el peristilo de la casa. La cubierta del primero tuvo que ser arcada como demuestran diversos cimientos junto a los muros, la distancia con la que surgieron las vigas (carbonizadas debido al incendio que sufrió todo el edificio) y una clave de arco con relieve de cabeza de toro.
La construcción de los ábsides orientales del conjunto afecto a una necrópolis de época ibérica tardía, a la vez que pueden datarse en esta época las estructuras que aparecieron al noroeste de la villa. Además junto a la puerta de entrada, en el sector meridional, se documentaron dos tumbas de incineración.
También merece destacar la aparición de restos materiales y constructivos de época ibérica en el sector noroeste del complejo del siglo IV d.C. la construcción de los ábsides orientales del conjunto afectaron a una necrópolis de incineración, al par que las estructuras que aparecieron al noreste de la villa son también ibéricas.
El nombre de Bruñel procede de la palabra latina Balneum (Balneum - i = baño) que con la evolución del mozárabe vina a dar la palabra Bruñel, que significo balneario.