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Estación de Metro de Rivas Vaciamadrid (Comunidad de Madrid). Calle Miralrío cruce con Marcial Lalanda, en el parque público del mismo nombre, Miralrío.
No es visitable individualmente y el centro permanece habitualmente cerrado. Hay que concertar visita.
Descripción
Consciente de la importancia que va adquiriendo cada vez más en nuestra sociedad el conocimiento o al menos, el acercamiento a los bienes patrimoniales, ya sean culturales o naturales, el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid mostró desde el momento en que conoció la existencia de este yacimiento, su predisposición a poner en valor y musealizar este bien patrimonial, localizado en el Parque Público Miralrío.
Es un asentamiento de unos 3000 metros cuadrados de superficie, en la margen derecha del río Jarama, cerca de la desembocadura del río Manzanares en aquél. El Jarama es una vía natural que pone en contacto la Meseta Norte y la Meseta Sur y las cuencas del río Duero y Tajo. El río Manzanares ha ejercido desde siempre una misión de enlace entre la Meseta y el Noreste. No en vano sus riberas han sido hogar acogedor para el hombre desde tiempos inmemoriales, a juzgar por la multitud de vestigios agrupados en diferentes yacimientos arqueológicos.
Durante la II Edad del Hierro (siglos IV-II a.C.), como ya hemos tenido oportunidad de comprobar, el aspecto de los asentamientos fue evolucionando desde las primitivas estructuras de cabañas y silos dispersos, a enclaves de incipiente urbanismo. A su vez las viviendas mutan de frágiles cabañas circulares confeccionadas en barro y paja, a sólidas moradas rectangulares, formadas por cimientos de piedra y paredes de adobe.
Durante las actuaciones arqueológicas de 1996 y 2006 se excavaron dependencias correspondientes a un viejo poblado carpetano de la II Edad del Hierro, con una cronología estimada entre los siglos IV a II a.C.: una vivienda rectangular dividida en dos estancias, y una hilera de guijarros que delimitaría un eje simple y longitudinal que ordenaría el espacio público, indicio de un primitivo urbanismo. Las habitaciones están formadas por zócalos de 2-3 líneas de piedra unidas con arcilla que aislaban los muros de la humedad, y alzados de adobe y tapial. El suelo era de tierra apisonada, sobre el cual se han encontrado numerosos fragmentos de grandes vasijas cerámicas de almacenamiento, piedras de molino, adobes y un hogar, hallazgos que confirman la cronología carpetana.
Además se han documentado tres silos de planta circular, que debieron contener excedentes agrarios, de lo que se deduce que estamos ante el inevitable y básico asentamiento agrícola y ganadero, puesto que se han localizado restos óseos de ovicápridos y vacunos en uno de los depósitos. La actividad económica del lugar sería complementada con el resultado de tareas más arriesgadas, a la par que lúdicas, como la caza y pesca, así como el de otras más pacíficas y sosegadas a primera vista como la recolección de frutos.
En la tipología cerámica encontramos los habituales en los yacimientos del mundo carpetano: tipos ibéricos decorados con figuras geométricas pintadas, cerámica estampillada de pastas grises y cerámicas negras bruñidas que enlazan con los tipos desarrollados en la Meseta Norte y la consabida cerámica jaspeada pintada a brochazos.
La vivienda carpetana era un espacio mixto hogareño y artesanal, pues se han detectado evidencias de labores domésticas (hogares, fosas empleadas como almacenes), como soportes para estructuras perecederas en conexión con la molienda, la cestería o el tejido.
Con las actuaciones de 1996 y 2006, además de excavar y consolidar los vestigios, no sólo de la II Edad del Hierro sino también anteriores, se ha realizado un estudio geotécnico del terreno, se han protegido los restos desenterrados con una cubierta, se ha tratado el pavimento de la vivienda y su entorno inmediato y se ha ejecutado el proyecto de musealización propuesto.